domingo, 9 de enero de 2011

Caracterización del líder.


El líder se caracteriza fundamentalmente por ser:

  • Alegre para contagiar dinamismo y felicidad, incorporándose con los demás y disfrutando de su compañía. Esto permite motivar a todos para el trabajo; 
  • Ambicioso para no considerar que las actividades cumplidas son suficientes, cuando consigue un objetivo, inmediatamente formula uno nuevo y más interesante, aferrándose con ahínco a lo que persigue;
  • Apasionado para amar su trabajo y dedicarle la mayor parte de su tiempo, sintiéndose identificado con lo que hace, y motivándose para cumplir la tarea;
  • Autocrítico para aceptar sus errores y debilidades, y tomar las medidas correctas para corregirlos. Sin responsabilizar a los demás por sus propias debilidades;
  • Carismático para con sus cualidades ganarse el cariño y aprecio de los demás, irradiando energía para atraer a las mejores personas a su lado;
  • Convincente en todos los diálogos que mantiene, empleando su elocuencia y persuasión para convencer con sus argumentos a las demás personas;
  •  Negociador para favorecer a la organización y resolver los conflictos a través de acuerdos que no afectan programas y principios, ganando además, amigos y aliados para el futuro;
  • Organizado para coordinar el proceso y evitar que las actividades se crucen, realizando reuniones periódicas para orientar y controlar el cumplimiento de las tareas;
  • Prudente para proceder con rapidez pero sin precipitarse, midiendo bien los riesgos antes de tomar una decisión a la ligera; pensando con moderación y alejando el peligro; controlándose en las situaciones de riesgo y ante sucesos imprevistos, dirigiendo el propio comportamiento y controlando los impulsos, sin dejarse incidir por opiniones precipitadas;
  • Solidario frente a las dificultades que se les presentan a sus compañeros y compañeras, conociendo sus dificultades y brindándoles  apoyo para resolver oportunamente los impedimentos. El líder  solidario jamás abandona en el campo de la batalla al soldado herido, por el contrario, va junto a él para ofrecer su ayuda;
  •  Valiente para actuar con valor y responsabilidad, reconociendo el peligro y sus consecuencias, pero sin acobardarse jamás. Cuando se presenta el temor inmediato, no lo aprovecha para retroceder, sino para planificar cada uno de sus pasos, sin detenerse ante los retos y desafíos del presente;
  • Voluntarioso para cooperar con alegría en el momento que se lo requiera, estando predispuesto a contribuir y sin inventar pretextos, ni peor para renegar ante una delegación. El dirigente voluntarioso no es ocioso, él se mantiene activo, asumiendo tareas relevantes y cumpliéndolas puntualmente, puesto que la voluntad los hace libres para decidir, hacer o no hacer.

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